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El ataque aéreo estadounidense que mató a un general iraní de alto rango también eliminó a otro personaje clave

Abu Mahdi Muhandis
Abu Mahdi Muhandis escucha una pregunta durante una entrevista en Fallouja, Irak, el 29 de mayo de 2016.
(Khalid Mohammed / Associated Press)

Abu Mahdi Muhandis, un antiguo disidente político, legislador y líder de la milicia, fue uno de los hombres más poderosos de Irak

El líder paramilitar iraquí Abu Mahdi Muhandis, un hombre con gafas y apariencia de profesor, llegó al aeropuerto internacional de Bagdad para saludar a su amigo personal y antiguo aliado, el general iraní Qassem Suleimani, comandante de las fuerzas élite Quds Force.

Momentos después de que los dos hombres y sus compañeros se subieron a un SUV y se dirigieron a la autopista fuera del aeropuerto, un avión no tripulado estadounidense disparó un par de misiles, convirtiendo el vehículo en una coraza de fuego. Ambos hombres murieron en el ataque el viernes temprano.

Si bien la muerte de Suleimani por orden del presidente Trump aumentó las tensiones en todo el Medio Oriente y avivó los temores de una guerra total entre Estados Unidos e Irán, matar a Muhandis significa que EE.UU podría enfrentar la ira de decenas de miles de milicianos.

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Muhandis, un antiguo disidente político, sospechoso de ser el autor intelectual de ataques terroristas, legislador y líder de la milicia, fue posiblemente uno de los hombres más poderosos de Irak. Para muchos, él era la cara de Irán en el país.

Los vestigios de su poder se exhibieron el lunes en el distrito de Karada de Bagdad, donde miles de funcionarios, líderes políticos y religiosos, combatientes y milicianos se reunieron en los pasillos de la mezquita local para presentar sus respetos a Muhandis, quien tenía 65 años, con toda la apariencia de una ceremonia del estado.

En su papel de comandante adjunto de las Fuerzas de Movilización Popular, una agrupación de facciones paramilitares dominadas por chiítas creadas en 2014 para combatir a los militantes del Estado Islámico, fue la figura impulsora detrás de la transformación de bandas desorganizadas de voluntarios religiosos en una rama oficial de las fuerzas armadas de Irak. Desde entonces se ha convertido en un partido político con importantes intereses económicos.

El ascenso de Muhandis, junto con sus profundas conexiones con los niveles más altos en Irak e Irán, ayuda a ilustrar la historia a menudo complicada entre las dos naciones.

La influencia de Muhandis, quien era mejor conocido por su nombre de guerra pero cuyo verdadero nombre era Jamal Jaafar Ibrahimi, comenzó cuando era miembro del Dawa islámico, el partido político chiíta, cuyas filas incluyen a los ex primeros ministros Nouri Maliki y Haider Abadi , pero que en la década de 1970 fue blanco de una brutal represión por parte del gobierno baazista de Irak. Cuando Saddam Hussein tomó el poder en 1979, Muhandis huyó a Kuwait.

Mientras tanto, el Dawa había mudado su sede a Irán en 1979. Con la ayuda de los nuevos líderes de Teherán, Muhandis y otros miembros del partido emprendieron una campaña de insurgencia contra países considerados como partidarios de Hussein.

Uno de esos países era Kuwait: en 1983, un tribunal kuwaití luego alegó que Muhandis era parte de un equipo de agentes vinculados al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica que condujo una serie de bombardeos en la ciudad de Kuwait en las embajadas de EE.UU y Francia, el aeropuerto y la principal refinería del país. Fue un uso temprano de las fuerzas irregulares chiítas transnacionales que ahora se ven en todos los campos de batalla que involucran a Teherán.

Muhandis escapó a Irán antes de que pudiera ser arrestado. Allí, pasó gran parte de las próximas dos décadas como operador político y líder en lo que se conocía como la Brigada Badr. Desde entonces, el grupo se ha convertido en un partido político, con su ala armada que son parte de las Fuerzas de Movilización Popular.

La invasión de Irak liderada por Estados Unidos en 2003 permitió su regreso a su país de origen, donde se desempeñó como asesor de seguridad en el primer gobierno posterior a Hussein antes de obtener un escaño en el parlamento en 2005. Pero cuando los funcionarios estadounidenses se dieron cuenta de que ahora había un terrorista buscado miembro del parlamento y planteó el asunto a los funcionarios iraquíes, huyó nuevamente a Irán y sólo regresó cuando los estadounidenses se retiraron en 2011.

En los años intermedios, promovió vínculos cada vez más fuertes entre Irak e Irán, una posición que personificó de muchas maneras: contaba con doble ciudadanía de ambos países, hablaba árabe y persa con fluidez, estaba casado con una mujer iraní y tenía una casa en Teherán. Los cables estadounidenses publicados por WikiLeaks describen a Muhandis como un “miembro de la Fuerza Quds”, la rama de élite de la Guardia Revolucionaria de Irán especializada en guerra irregular, y una figura destacada en varias milicias importantes que, con el respaldo de Teherán, habían luchado contra las tropas estadounidenses.

Más tarde fue señalado como una amenaza para la paz y la estabilidad en Irak por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos debido a esa asociación; pero con los lazos con Irán arribó Suleimani, una figura que llegó a ser la base de la influencia de Muhandis, eclipsando incluso la de otros asociados cercanos de Irán, como el líder de la milicia iraquí Hadi Ameri.

“Muhandis era muy relevante por derecho propio, pero tenía ese as bajo la manga, es decir, Suleimani”, dijo Michael Knights, experto del Instituto de Washington para la Política del Cercano Oriente, en una entrevista telefónica el lunes. “Si entrabas en una discusión con Muhandis, incluso si empezabas a ganarle, él sólo necesitaba marcar ese teléfono y perderías”.

A pesar de sus lazos con Irán, Muhandis, sin embargo, se encontró luchando del mismo lado que los estadounidenses en 2014, cuando los extremistas del Estado Islámico aplastaron a brigadas enteras del ejército iraquí y se apoderaron de un tercio del país.

Con el ejército esencialmente colapsado, más de 100.000 voluntarios en su mayoría chiítas junto con las milicias ya formadas desde 2003 se levantaron para detener la guerra relámpago de los extremistas. Muhandis unificó a las milicias, organizándolas en las Fuerzas de Movilización Popular, o Hashd al-Shaabi, como se les conoce en árabe, todo con la ayuda de Irán.

“Muhandis era el Hashd, y el Hashd era Muhandis”, dijo Ahmad Assadi, portavoz del bloque político asociado con las Fuerzas de Movilización Popular.

Muhandis también fue visto como un garante de cierta medida de disciplina entre las milicias, que, a pesar de operar aparentemente bajo los auspicios del estado, han actuado bajo su propia autoridad en el pasado y se enfrentarían con las tropas regulares.

“Era la válvula de seguridad entre el estado y los grupos no estatales”, dijo Yazan Juboori, un líder de las Fuerzas de Movilización Popular que describió a Muhandis como una figura parecida a un “padrino”. También agregó que Muhandis frenó los ataques contra “intereses extranjeros” en Irak. “Él era quien calmaba las cosas, controlaba la situación y le decía a la gente que esto perjudicaría los intereses del país”.

Fue una parte que Muhandis jugó nuevamente cuando los manifestantes pro Hashd irrumpieron en el complejo de la Embajada de Estados Unidos la semana pasada en represalia por un ataque de EE.UU contra Kataib Hezbollah, una milicia que ayudó a fundar.

Según Adel Abdul Mahdi, primer ministro interino de Irak, en un discurso parlamentario el domingo, Muhandis desempeñó “un papel fundamental para convencer a los manifestantes de retirarse del perímetro de la embajada de Estados Unidos”.

Con la muerte de Muhandis, dijo Abu Ali Akbar, un doliente en la mezquita de Karada el lunes, Estados Unidos ya no es bienvenido.

“No tenemos ningún problema con el pueblo estadounidense, pero los soldados aquí deberían volver a casa”, dijo. “Aquí ya no tienen intereses, sólo enemistad”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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