Anuncio

Desinformación sobre la vacuna contra el COVID es una gran razón detrás de las bajas tasas de inoculación

A man receives a COVID-19 vaccine.
Alan Antolin administra una vacuna de Johnson & Johnson contra COVID-19 a Steven Katz, en una clínica móvil establecida por McDonald’s y el Departamento de Salud Pública de California, en el estacionamiento detrás de un restaurante en Diamond Bar Boulevard en Diamond Bar.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

Cuando se trata de información errónea sobre las vacunas contra el COVID-19, los defensores de la salud lo han escuchado todo.

Durante una ronda reciente de encuestas a los trabajadores agrícolas, hubo una serie de preocupaciones que iban desde equivocadas e inexactas hasta específicas y molestas, como que las inyecciones alterarían de alguna manera la sexualidad del destinatario.

“Cada semana es un nuevo mito”, comentó la semana pasada Hernán Hernández, director ejecutivo de la Fundación de Trabajadores Agrícolas de California con sede en el Valle Central.

Anuncio

Aun con la campaña de inoculación contra COVID-19, que ahora tiene casi 10 meses, los funcionarios y defensores de la inmunización en todo el estado comentan que los conceptos erróneos y la desinformación persistentes están obstaculizando los esfuerzos para promover las vacunas en ciertas partes de California, incluso entre algunas comunidades latinas.

En el condado de Orange, solo el 47% de los residentes latinos de 12 años en adelante han recibido al menos una dosis, en comparación con el 73% de los habitantes blancos, según datos estatales.

Y en Fresno, donde los hospitales entraron en crisis porque efectivamente se quedaron sin camas disponibles en las unidades de cuidados intensivos (UCI), el 54% de los residentes latinos en el mismo grupo de edad han recibido al menos una inyección, en comparación con el 67% de los residentes blancos.

A diferencia del condado de Orange, donde un tercio de los habitantes son latinos, la mayoría de los residentes de Fresno son latinos, y la edad promedio allí, 33, es más joven que en la mayor parte de California. En algunos lugares, los latinos más jóvenes son un grupo demográfico con menos probabilidades de inocularse, lo que a veces se ve impulsado no solo por una sensación de invencibilidad, sino también por una serie de información falsa que circula no solo por las redes sociales, sino también por las principales fuentes de noticias.

En general, mientras aproximadamente la mitad de los trabajadores agrícolas encuestados por la fundación de trabajadores agrícolas quieren la vacuna, alrededor del 35% ha expresado una oposición férrea y el 15% está indeciso, indicó Hernández. Los mitos que citan incluyen aquellos que afirman falsamente que los antígenos afectan la fertilidad, contienen chips de rastreo que permitirán al gobierno controlarles o pueden causar parálisis, cáncer o la muerte.

“No es solo Facebook, sino también los medios de comunicación”, comentó Hernández en una rueda de prensa realizada por funcionarios de salud del condado de Fresno. Una nota engañosa que salió al aire en una estación de televisión en español hace algunos meses involucró la cita de un rabino en Israel argumentando que recibir la vacuna da como resultado un cambio en la sexualidad del receptor.

El reportaje llevó a 100 jóvenes trabajadores agrícolas a que repentinamente cambiaran de opinión y decidieran no inocularse en una clínica de vacunación, informó Hernández. “Aunque el informe era falso, los trabajadores agrícolas vieron eso en el noticiero de las 6 p.m. y automáticamente pensaron: “Bueno, ¿y si tiene algo de verdad?”.

Algunos residentes están tan asustados por el antígeno que piden a los trabajadores de salud comunitarios que los acompañen a las clínicas, comentó Joe Prado, subdirector interino del Departamento de Salud Pública del Condado de Fresno.

La gente todavía pregunta: “¿Es seguro vacunarse?”, comentó Prado. “Esta vacilación es real y se ve diferente para cada persona”.

Los mensajes contra los antígenos se han convertido en un problema tal que las empresas de redes sociales se han visto presionadas para eliminar la información errónea y la desinformación en línea. YouTube anunció recientemente que prohibirá a destacados activistas contra las vacunas publicar en su sitio web.

En el condado de Orange, “el mayor mito o temor es el problema de la fertilidad”, indicó Isabel Becerra, directora ejecutiva de los Centros de Salud Comunitarios del Condado de Orange, en una sesión informativa reciente. Los expertos médicos mencionan que las vacunas son seguras, efectivas y no hay evidencia de que causen daños reproductivos.

De hecho, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés) recomiendan encarecidamente que los antígenos contra COVID-19 se administren antes o durante el embarazo. Las vacunas “no tienen efectos adversos para la mamá o el bebé”, según la directora de la agencia, la Dra. Rochelle Walensky.

Pero los rumores y la desinformación sobre la seguridad y la eficacia de los antígenos han continuado extendiéndose ampliamente, lo que lleva, dicen los funcionarios, a algunos resultados devastadores en el mundo real.

Desde el comienzo de la pandemia, 22.000 mujeres embarazadas han sido hospitalizadas con COVID-19 y 161 fallecieron, incluidos 22 decesos que ocurrieron en agosto, informaron los CDC. El coronavirus sintomático en mujeres embarazadas puede conducir al doble de riesgo de ingreso en una unidad de cuidados intensivos y un 70% de mayor riesgo de muerte.

Sin embargo, los CDC señalaron que solo el 31% de las mujeres embarazadas se han vacunado contra COVID-19. También existen disparidades por raza y etnia. Mientras que el 45.7% de las mujeres asiático-estadounidenses que están embarazadas están inoculadas, solo el 25% de las latinas y el 15.6% de las mujeres negras embarazadas están vacunadas.

“Las mujeres embarazadas tienen un mayor riesgo de enfermedad grave, de hospitalización” debido al COVID-19, subrayó Walensky. “También tienen un mayor riesgo de eventos adversos para su bebé” si se enferman con coronavirus, lo que aumenta el riesgo de muerte prematura, muerte fetal o de transmitir el virus al bebé, lo que podría poner al recién nacido en cuidados intensivos.

El cirujano general de Estados Unidos, Vivek Murthy, emitió un aviso de salud formal en julio advirtiendo sobre la amenaza que representa la información errónea sobre la vacuna contra el coronavirus.

“La verdad es que la desinformación nos quita la libertad de tomar decisiones informadas sobre nuestra salud y la salud de nuestros seres queridos”, comentó durante una sesión informativa en ese momento. “Durante la pandemia del COVID-19, la desinformación sobre la salud ha llevado a las personas a resistirse a usar cubrebocas en entornos de alto riesgo. Los ha llevado a rechazar tratamientos probados y a optar por no vacunarse. Esto ha provocado enfermedades y muertes evitables. En pocas palabras, la desinformación sobre salud nos ha costado vidas”.

Muchas de las personas que no se inoculan no son necesariamente defensores apasionados contra los antígenos, subrayó el Dr. Rais Vohra, oficial de salud interino del condado de Fresno. Vohra, quien también trabaja como médico de urgencias, enfatizó que muchos de los pacientes gravemente enfermos de COVID-19 que trata son adultos no inoculados de entre 20, 30 y 40 años que “simplemente no encontraron el tiempo o no pudieron conseguirlo, fuera de todo lo demás que estaban haciendo, y no lo convirtieron en una prioridad”.

Comúnmente, estos pacientes parecían no saber que podían vacunarse tan fácilmente como entrar en una farmacia cercana. “Hay muchas personas que todavía no han recibido este mensaje tan básico sobre lo sencillo que es obtener el antígeno contra el COVID ahora”, explicó Vohra.

Otras preocupaciones mencionadas a los funcionarios incluyen a las personas que faltan al trabajo si se sienten febriles después de vacunarse.

“También hay miedo a las inyecciones, a las agujas o simplemente miedo a las vacunas”, indicó la Dra. Regina Chinsio-Kwong, suboficial de salud del condado de Orange.

Algunos comentan que no creen que necesiten un antígeno si no se sienten enfermos, agregó, aunque la función del antígeno es prevenir infecciones futuras.

Otros también son reacios a inocularse si no tienen seguro o creen que los funcionarios harán preguntas sobre el estado migratorio, indicó Chinsio-Kwong. Todas las vacunas contra el COVID-19 en Estados Unidos se administran de forma gratuita y los proveedores de inmunización no preguntan sobre el estado migratorio.

Otro mito persistente es que los antígenos pueden reestructurar de alguna manera el ADN de una persona. Los funcionarios de salud argumentan que esto también es una tontería.

“En realidad, es imposible que estas vacunas alteren su ADN. No existe ningún mecanismo que permita que estos antígenos modifiquen su ADN”, aclaró la directora de salud pública del condado de Los Ángeles, Bárbara Ferrer, en una reunión informativa reciente en el Ayuntamiento.

En el condado de Los Ángeles, el 54% de los residentes negros y el 62% de los latinos de 12 años o más han recibido al menos una dosis de la vacuna contra COVID-19, en comparación con el 72% de los residentes blancos, el 75% de los nativos americanos y el 81% de los asiático-estadounidenses en el mismo grupo de edad.

A pesar del miedo y las preocupaciones, California y el país han logrado un progreso significativo en sus esfuerzos de inoculación. En todo el estado, los proveedores han administrado más de 48 millones de dosis hasta la fecha, y casi el 67% de todos los californianos han recibido al menos su primera inyección.

Pero ese progreso no es uniforme. En el condado de Orange, el tercero más poblado de la entidad, los funcionarios de salud han expresado su preocupación no solo por las bajas tasas de vacunación en todo el condado entre los residentes latinos, sino también entre los vecindarios a lo largo de la costa donde los habitantes blancos constituyen la mayoría, como en Newport Beach, Huntington Beach y San Clemente.

Los códigos postales con las tasas de inoculación más bajas, donde menos de la mitad de los residentes menores de 65 años han recibido al menos una dosis de vacuna, incluyen la península de Balboa en Newport Beach y San Clemente, según el sitio web del condado.

Algunas áreas han logrado avances dramáticos en la reducción de las disparidades raciales y étnicas en los antígenos. En el condado más poblado del norte de California, Santa Clara, el 72% de los latinos de 12 años o más han recibido al menos una dosis, aproximadamente el mismo porcentaje que surge entre los residentes blancos. El 76% de los latinos en el mismo grupo de edad están vacunados al menos parcialmente en el condado de San Diego; eso es más alto que el 65% de los habitantes blancos en el grupo de edad comparable.

En San Francisco, el 82% de los residentes latinos de todas las edades han recibido al menos una dosis, mientras que el 68% de los habitantes blancos han recibido al menos una dosis.

Mientras que el 58% de los residentes del condado de Fresno de todas las edades están inoculados al menos parcialmente, el 83% de los habitantes en otra área agrícola, el condado de Imperial, en la frontera con México, están vacunados. Ese es uno de los mejores índices de todo el estado, y la hazaña ocurrió en un condado donde el 85% de los residentes son latinos.

Los exitosos esfuerzos de inmunización se deben, en parte, a que los trabajadores agrícolas en el Valle Imperial y el cercano Valle de Coachella en el condado de Riverside se inoculan a un ritmo elevado. La tasa de vacunaciones en la comunidad agrícola de La Meca aumentó dramáticamente después de que un sacerdote, un ícono en la comunidad, murió de COVID-19, incrementando del 40% a, prácticamente, el 100% entre los elegibles, según Hernández.

“El condado de Imperial tiene un sentido de urgencia palpable, porque ahí hay muchas personas infectadas”, indicó el epidemiólogo de UC San Francisco, el Dr. George Rutherford. “Creo que han captado severamente el mensaje y están siendo muy cuidadosos para mantener su ventaja contra la enfermedad, que proviene tanto de la inoculación como, en gran medida, de la infección adquirida naturalmente”.

Hernández agregó que las encuestas con los trabajadores agrícolas sugieren que sería más probable que se vacunen si su empleador se los ordena, si sus hijos deben inocularse para seguir asistiendo a la escuela y si los antígenos fueran un requisito para viajar, como en el caso de visitar a familiares en otro país.

“Podríamos seguir educando a la población y hacerles saber sobre el COVID-19, desmitificar toda la información errónea que reciben semanalmente. Pero al final del día, tenemos que empezar a analizar las políticas ahora y cómo estas pueden afectar las decisiones de las comunidades a las que servimos”, señaló Hernández.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

Anuncio