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Algunas personas vacunadas, preocupadas por las infecciones “de irrupción”, buscan inyectarse otra vez. ¿Es necesario?

A gloved hand holds a vaccine
Un empleado de salud prepara una dosis contra el COVID-19 para administrar a las personas mayores en una clínica de vacunación en Lakewood, el 31 de marzo.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)

Con la variante Delta altamente contagiosa esparciéndose en todo California y el país, algunas personas que ya han sido vacunadas contra el COVID-19 se preguntan si otra inyección podría protegerlos mejor ante un posible contagio.

Como tantas cosas en los tiempos del coronavirus, la idea de antígenos de refuerzo se ha convertido en un concepto muy discutido, pero difícilmente una ciencia establecida. Los funcionarios de salud estatales y federales continúan diciendo que son en gran medida innecesarios y que el enfoque principal debería ser lograr que los no inoculados sean inmunizados.

Después de todo, a pesar de las preocupaciones en torno a la ocurrencia relativamente y rara de casos “de irrupción” posteriores a la vacunación, los expertos indican que quienes no están inoculados corren un riesgo mucho mayor de infectarse y aún más peligro de enfermarse gravemente.

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Para la semana del 31 de julio, la tasa promedio de casos de coronavirus entre los californianos no vacunados fue de 33 por cada 100,000 personas por día, casi cinco veces la tasa comparable de personas inoculadas. Y en Los Ángeles, hogar de una cuarta parte de la población del estado, el riesgo de ser hospitalizado por COVID-19 ahora es 19 veces mayor entre quienes no están completamente vacunados, en comparación con quienes lo están, informó el jueves la directora de Salud Pública, Barbara Ferrer.

“Mantener la mirada en el objetivo prevendría hospitalizaciones, en términos de recursos, enfermedades graves y muerte”, señaló el Dr. Peter Chin-Hong, especialista en enfermedades infecciosas de la UC San Francisco. “En lugar de que la gente se preocupe por una tercera o cuarta vacuna para [la] población general en Estados Unidos y los países ricos, en realidad no vamos a adelantarnos a esta pandemia hasta que el mundo esté uniformemente” inoculado.

Aun así, algunos expertos señalaron que hay grupos selectos, como las personas inmunodeprimidas, que podrían beneficiarse de los refuerzos.

Y está claro que hay una demanda.

En San Francisco, que apenas ha rehuido las medidas agresivas para contrarrestar el COVID-19, los funcionarios de salud pública anunciaron el martes que comenzarían a atender solicitudes especiales para cualquier persona que haya recibido previamente la vacuna de Johnson & Johnson de inyección única, con el propósito de obtener una dosis suplementaria de Pfizer-BioNTech o Moderna.

San Francisco parece ser la primera, y quizás la única, jurisdicción en California que permite esta práctica. Hasta el viernes, poco más de 420 personas habían optado por recibir una dosis suplementaria, comentaron funcionarios de salud.

La Dra. Naveena Bobba, oficial de salud interina de San Francisco, subrayó que la decisión siguió a las solicitudes de algunos residentes que esperaban que otra inyección les brindara protección adicional.

Sin embargo, los funcionarios de salud de San Francisco indican que en realidad no recomiendan la práctica y que la medida no constituyó un cambio de política. Y Bobba señaló que cualquier persona que busque una vacuna suplementaria primero debe hablar con un médico.

“Tenemos plena confianza en los tres antígenos que se utilizan hoy”, explicó. “Las vacunas funcionan. La diferencia entre contagiarse con el COVID-19 mientras está vacunado podría ser un resfriado, en comparación con la asfixia si no está inoculado”.

Si bien Pfizer ya ha anunciado planes para solicitar la autorización de Estados Unidos para una dosis suplementaria de su vacuna de dos inyecciones contra el COVID-19, y Moderna informó el jueves que se está preparando para la posibilidad de hacer lo mismo, gran parte del discurso público sobre los refuerzos se ha centrado en Johnson & Johnson.

El antígeno de dosis única, una vez aclamada como un cambio potencial en las reglas del juego, se ha visto afectada por problemas de producción, el descubrimiento de algunos efectos secundarios potenciales raros y una percepción pública persistente de que es insatisfactoria en comparación con sus contrapartes de dos inyecciones.

El Dr. Robert Wachter, presidente del Departamento de Medicina de UC San Francisco, puntualizó que aquellos que recibieron la vacuna de Johnson & Johnson podrían beneficiarse de un refuerzo, junto con aquellos que son ancianos o que fueron inoculados hace más de seis meses.

Para esos grupos, explicó, los beneficios de otra inyección “superan los riesgos”.

Pero en general, muchos funcionarios de salud sostienen que las tres vacunas disponibles son altamente efectivas para detener la infección por coronavirus y, especialmente, para prevenir enfermedades graves.

Según las cifras presentadas durante una conferencia de salud federal reciente, Johnson & Johnson ha tenido una eficacia del 72% contra enfermedades clínicamente reconocibles en Estados Unidos.

“Las infecciones de irrupción en personas completamente vacunadas son la excepción, no la regla. Y cuando suceden, la gran mayoría son leves y asintomáticos”, indicó el jueves el Cirujano General de Estados Unidos, Vivek Murthy.

Sin embargo, dada la alta transmisibilidad de la variante Delta, ha existido la preocupación de que los receptores de Johnson & Johnson puedan ser más susceptibles a la infección posterior a la vacunación.

Aunque no está claro cuántos casos de irrupción en California han estado entre los que recibieron ese antígeno, los funcionarios de Los Ángeles compartieron datos la semana pasada que muestran que solo el 0.27% de las personas inoculadas con Johnson & Johnson se infectaron más tarde, en comparación con el 0.15% de Pfizer-BioNTech y el 0.09% de los que obtuvieron Moderna.

En este momento, ni los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) ni la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) recomiendan inyecciones adicionales para quienes hayan completado su régimen de inoculación.

En una declaración conjunta el mes pasado, las agencias señalaron que “los estadounidenses que han sido completamente vacunados no necesitan una dosis de refuerzo en este momento”, pero agregaron que los funcionarios de salud “continúan revisando cualquier información nueva a medida que esté disponible” y “están preparados para dosis de refuerzo siempre y cuando la ciencia demuestre que son necesarias”.

California también está alineada con las autoridades federales en este tema, según funcionarios estatales de salud.

Aunque los refuerzos pueden no ser necesarios ahora para todos, algunos funcionarios de salud subrayan que un grupo puede necesitarlos antes que la mayoría: aquellos que tienen el sistema inmunológico comprometido y no pueden obtener el mismo tipo de protección con el programa estándar de inoculación.

El Dr. Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del gobierno de Estados Unidos detalló que “las personas inmunodeprimidas son vulnerables”, ya que los datos muestran que “en general, no producen una respuesta necesaria que creemos que sería una protección adecuada”. La FDA se está moviendo para proporcionar inyecciones adicionales a las personas con sistemas inmunológicos debilitados.

“Es extremadamente importante para nosotros avanzar para que esas personas reciban sus refuerzos y ahora estamos trabajando en eso”, indicó durante una sesión informativa el jueves. “Y haremos que eso se implemente lo más rápido posible porque, para nosotros y para las personas involucradas, es una prioridad muy alta”.

Otro tema en el debate sobre los refuerzos es la enorme disparidad en el acceso a los antígenos en todo el mundo. Mientras que Estados Unidos y algunos otros países ricos están inundados de dosis, muchas poblaciones más pobres todavía esperan desesperadamente sus cargamentos.

La Organización Mundial de la Salud pidió el miércoles una moratoria sobre las vacunas de refuerzo hasta septiembre, para tener la oportunidad de alcanzar el objetivo de la institución de inocular al 10% de la población de cada país.

Casi la mitad de todos los estadounidenses, y aproximadamente el 54% de los californianos, ya se han vacunado por completo.

Pero Wachter dudaba de que Estados Unidos pudiera desprenderse de una gran parte de su suministro.

“Si empezamos a ver que muchas personas se enferman de COVID por falta de una vacuna de refuerzo, y la razón por la que no tenemos suficientes dosis es que las enviamos al extranjero, eso es pedir mucho a un país”, comentó. “Y creo que es poco probable que alguno tome esa decisión”.

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