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Por temor a que la variante Delta ‘cause estragos’ en L.A., recomiendan el uso de mascarillas en el interior

A woman sitting inside Union Station wears a mask.
Judy Burns, de 63 años, de Palmdale, sentada dentro de Union Station, con mascarilla, el martes pasado.
(Francine Orr / Los Angeles Times)

Han pasado apenas solo dos semanas de la reapertura tan esperada en California, pero ya una nueva amenaza del coronavirus llevó a los funcionarios de salud del condado de Los Ángeles a solicitar una reversión voluntaria de una de las libertades que aquellos totalmente vacunados habían comenzado a disfrutar.

La recomendación del condado esta semana de que todos, independientemente del estado de inmunización, deben usar cubiertas para la cara en entornos públicos interiores como precaución, dada la presencia de la preocupante variante Delta, subraya que aún hay baches en el camino de regreso hacia la normalidad prepandémica.

También ilustra el panorama actual en la larga batalla contra el COVID-19: se les puede pedir a los que se han aplicado las vacunas que colaboren para proteger a los que no.

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“Hay mucho tira y afloja en nuestras comunidades”, señaló la directora de salud pública del condado de Los Ángeles, Bárbara Ferrer, durante una entrevista el martes. “Y éste es el momento de que las personas vacunadas den, creo, y protejan a los demás”.

Si bien no es un mandato, el condado solicitó que los residentes consideren la guía emitida a nivel estatal y federal, que afirma que quienes están completamente vacunados pueden moverse sin mascarilla en la mayoría de las situaciones, incluso en interiores.

Según Ferrer, la recomendación se deriva de algunos factores interrelacionados. Últimamente, el condado ha experimentado un ligero aumento en la transmisión comunitaria del coronavirus, y la presencia de la variante Delta, que según los funcionarios es quizá el doble de transmisible que las cepas convencionales, podría exacerbar lo que aún es una tendencia menor.

El condado también experimenta brechas persistentes en la cobertura de vacunación; los angelinos negros y latinos siguen inoculados a tasas más bajas que sus contrapartes blancos, asiático estadounidenses y nativos americanos.

“Si hay una lección aprendida durante los últimos 18 meses es que, ante un nuevo virus, hay muchas incógnitas”, destacó Ferrer. “Y cada vez que se identifica una nueva variante, se necesita tiempo para comprender realmente quién se infecta, con qué facilidad y cuáles son las consecuencias de ello”.

De particular preocupación, agregó, es que “aquí hay una gran probabilidad de tener fuertes brotes, que pueden volver a causar estragos en las familias y comunidades, porque existe un alto número de trabajadores sin vacunar en la fuerza laboral. Tenemos las herramientas para evitar que eso suceda”, enfatizó Ferrer.

El martes, Lauren Caruso se cubrió la cara con una mascarilla de tela mientras hacía fila, pacientemente, en Pressed Juicery, de Venice. Era la única persona allí adentro que lo hizo.

Caruso, una abogada de 42 años, es una de los californianos completamente vacunados para quienes el uso de la mascarilla sigue siendo una forma de vida. “Es un cuidado adicional que puedo tomar, y si salvará la vida de otra persona, ¿por qué no hacerlo?”, comentó. Caruso, como decenas de miles de otros californianos, conoce personalmente el dolor de la pandemia: el año pasado, sus tíos murieron de COVID-19.

Este martes, un letrero colocado en la puerta principal de Jinky’s Cafe, en Santa Mónica, solicitaba que todos los empleados y clientes usaran cubiertas faciales, independientemente de su estado de vacunación.

Pero en la mente de la barista Julieanna Bravo, hace mucho que se necesita una revisión de la exigencia de que las personas usen mascarilla. “Aún así puedes enfermarte, entonces, ¿cuál es el punto? Si me agarra COVID-19, es inevitable”, afirmó la joven de 25 años.

Bravo y su subgerente, Hari Arango, eligieron no vacunarse y se adhieren al mandato de las mascarillas porque lo exige su empleador.

Hasta ahora, el estado no sigue el ejemplo de su condado más poblado en cuanto al uso de cubierta facial. Las mismas reglas que entraron en vigencia como parte de la reapertura más amplia de California, el 15 de junio pasado -en general, que las personas vacunadas pueden quitarse la mascarilla en la mayoría de las situaciones, mientras que las que no están vacunadas deben prologar su uso cuando están en público- siguen en vigor.

Pero “las empresas tienen la opción de exigir que todos los clientes usen mascarilla, incluso si ya están vacunados, y las jurisdicciones sanitarias locales pueden imponer directrices más estrictas o brindar recomendaciones adicionales como resultado de las condiciones locales”, destacó el Dr. Tomás Aragón, director del Departamento de Salud Pública de California, y el director de salud pública del estado.

La circulación de la variante Delta aumentó rápidamente desde que se afianzó en California. Hasta la semana pasada, la variante, identificada por primera vez en India y también conocida como B.1.617.2, representaba el 14.5% de los casos de coronavirus analizados durante junio.

En mayo, la proporción de episodios muestreados de Delta era del 4.7%, y en abril, de un escaso 1.8%, según muestran los datos de salud pública del estado.

Pero el martes, Aragón indicó que la variante ahora representa alrededor del 23% de los casos muestreados, “y anticipamos que este porcentaje aumentará”, advirtió.

“El riesgo de exposición e infección al COVID-19 permanecerá en California hasta que logremos la inmunidad comunitaria con las vacunas”, añadió, “que brindan una excelente protección contra casos graves, incluso de la variante Delta”.

Los CDC continúan advirtiendo que quienes están completamente vacunados no necesitan usar mascarilla en la mayoría de las situaciones, dada la protección que brindan las vacunas, incluso contra las cepas circulantes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), por otro lado, señala que las personas deben “usar mascarilla especialmente en entornos concurridos, cerrados y con poca ventilación”, incluso después de haber sido vacunadas.

“Creo que hay que tener cuidado al decir: ‘Una vez que esté vacunado, puede seguir adelante y hacer lo que quiera”, comentó el Dr. Bruce Aylward, asesor principal del director general de la OMS, durante una sesión informativa reciente. “Sí, puede reducir algunas medidas, y diferentes países tienen distintas recomendaciones en ese sentido, pero aún es necesario tener precaución”.

Y agregó: “Seguimos viviendo en un mundo que está parcialmente vacunado, que tiene mucha susceptibilidad y vulnerabilidad. Lo que decimos es que, cuando alguien está vacunado por completo, que siga optando por lo seguro porque podría ser parte de una cadena de transmisión”.

También es importante reconocer, afirman los funcionarios y expertos en salud, que las tasas de vacunación varían ampliamente entre países, estados, condados y comunidades, lo cual significa que algunas áreas permanecen mucho más expuestas a un brote potencial que otras.

Seis de los 58 condados de California, por ejemplo, han registrado que más del 70% de sus residentes recibieron al menos una dosis de vacuna hasta la fecha, según datos compilados por The Times. Pero esa tasa está por debajo del 40% en otros 10. En el de Los Ángeles, es del 58.2%.

Si bien hay algunos que se oponen fervientemente a vacunarse, es posible que otros simplemente necesiten más tiempo e información antes de estar convencidos de la eficacia y seguridad de las inyecciones, comentó Ferrer.

También señaló que muchos residentes del condado todavía son demasiado jóvenes para ser elegibles, o pueden tener una condición de salud que les impida hacerlo.

Pero hasta que se vacunen suficientes personas para poner fin a la pandemia de una vez por todas, es responsabilidad de los angelinos cuidarse entre sí, destacó la funcionaria. “Hemos superado esta pandemia cuidándonos unos a otros”, destacó. “Y tenemos que seguir haciéndolo”.

Rong-Gong Lin II, reportero de planta de The Times, contribuyó con este artículo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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