Anuncio

Madres de familia dan el ejemplo y regresan a la escuela a terminar su educación

Para muchas madres, el día de trabajo finaliza una vez que sus hijos se acuestan a dormir. Pero para Jeanette López, de 33 años y residente de Boyle Heights, a esa hora comienza una nueva tarea. Después de bañar a sus hijas pequeñas, revisar sus tareas y acostarlas a dormir, López pasa horas repasando las notas de sus clases y leyendo textos de psicología para prepararse para un examen que tendrá al día siguiente.

Hace dos años, López, madre sola de dos hijas, dejó su trabajo como auxiliar médica y decidió volver a estudiar a tiempo completo para convertirse en enfermera vocacional con licencia (LVN). “Si bien la situación es difícil y estresante, es un estrés positivo. Mis hijas no son una excusa sino el motivo para mejorar”, dice López.

Si bien una mayor cantidad de estudiantes continúa sus estudios universitarios directamente después de la preparatoria, muchas mujeres están buscando esta oportunidad que no tuvieron antes en sus vidas.

Anuncio

A pesar de los obstáculos a los que se enfrentan, estas mujeres -muchas de ellas madres solas- vuelven a estudiar con la esperanza de lograr una carrera que les ayude a mantener a sus familias, dar un buen ejemplo para sus hijos y lograr un sentido de realización.

Una tendencia a nivel nacional

Las diversas instituciones que otorgan títulos han observado un aumento del 32% en mujeres mayores de 35 años que asisten a la universidad, según el análisis de datos de 2001 a 2011 del Centro Nacional de Estadística para la Educación.

Durante el año académico 2011-2012, un tercio de las mujeres en programas unive2rsitarios de grado tenía dependientes, la mayoría de ellos menores de edad, y estas cifras continúan en aumento.

Uno de los motivos más frecuentes por los que las madres deciden volver a estudiar es la necesidad de mantener a sus familias en los momentos difíciles. Después de que nació su segunda hija y su novio abandonó a la familia, López se dio cuenta de que tenía que hacer algo para mantener a su familia y a sí misma.

Estaba claro que con su trabajo de bajos ingresos no podía costear el centro de cuidados infantiles, las cuentas y el alquiler. Por lo tanto, decidió asumir el reto de sentarse en un salón de clases durante siete horas por día para completar los requisitos clínicos y obtener la certificación como enfermera vocacional licenciada(LVN) en una universidad privada.

“Cuando tienes dos niñas pequeñas que dependen de ti, no puedes fallar”, dice López, refiriéndose a sus hijas Jaslene, de 7 años, y Juliet, de 1 año. “Estaría desilusionando a todo el mundo y a mí misma. Mis hijas no tienen a nadie más”.

Marandi Candanedo, de 35 años, decidió volver a estudiar para obtener un título en enfermería y así cumplir con una meta personal. Deseaba aprovechar oportunidades nuevas, dar el ejemplo a sus hijos y hacer énfasis en la importancia del estudio. Hoy madre de cuatro hijos y titulada como enfermera, Candanedo señala que le faltaron recursos durante su infancia en el Sur de Los Ángeles.

“Creo que los niños aprenden de lo que ven”, dice Candanedo, que comenzó a estudiar enfermería en un centro universitario de la comunidad a los 18 años, después de dar a luz a su primera hija. Pero los estudios no fueron suficientes, señala al reflexionar sobre los 14 años que le llevó conseguir un título de grado asociado.

“[Mis hijos] no solo han visto lo difícil que es [para mí] volver a estudiar, sino que también valoran los beneficios de tener un título de educación superior”, dijo la ahora enfermera.

Su hija mayor, Giovanna Candanedo, de 17 años, graduada reciente de la Escuela Preparatoria Magnet Francisco Bravo de Ciencias Médicas, considera a su madre un ejemplo y también ha adquirido un sentido de responsabilidad para compensar todos sus sacrificios para convertirse en enfermera.

Según Luz Montalvo, consejera del programa de alcance educativo de California State University, Los Ángeles, es habitual que las mujeres mayores y las madres retomen los estudios como estudiantes de transferencia y reanuden su educación donde la dejaron interrumpida.

Si bien estas estudiantes alcanzan generalmente el éxito, dice Montalvo, muchas madres pueden fracasar debido a las limitaciones económicas y a los retos que implica equilibrar su vida académica con la vida familiar.

Retos

“Si no cuentan con cuidados infantiles confiables o se sienten presionadas por su pareja, eso puede tener un gran impacto”, afirma Montalvo, que asesora estudiantes de entornos de bajos ingresos, entre ellas mujeres mayores y madres.

La clave para el éxito, señala la misma Montalvo, es un sistema de apoyo adecuado, como “una familia que te apoya y está ahí cuando la necesitas o una persona en el recinto educativo”.

Ese tipo de apoyo motivacional fue crucial tanto para Candanedo como para López.

Candanedo combinaba largas horas de estudio con su trabajo como guardia de seguridad y sus responsabilidades familiares. Mientras asistía a clases, su esposo, que trabaja como sastre en el distrito de la moda, era responsable de la mayor parte del ingreso familiar y cuidaba de sus hijos.

“Si no fuera por él, no sé qué habría hecho”, dice Candanedo. “Probablemente hubiera tenido que elegir otra carrera”.

Candanedo ahora está tomando clases en línea para obtener su licenciatura y trabaja de noche en un hospital de la zona para mantener a su familia, ya que su esposo también retomó sus estudios para estudiar confección de moda. Su madre le ayuda con los hijos, y su hija mayor, Giovanna, juega un papel clave como figura materna adicional.

López, por su parte, está costeando su educación universitaria con ayuda financiera y asistencia pública. Considera que parte de su éxito se lo debe a sus padres, que no solo la ayudan económicamente, sino que también cuidan de sus dos hijas cuando es necesario.

“Aunque están cansados y no tienen muchos ingresos, estoy muy agradecida [con mis padres], porque a esta edad, es un privilegio contar con su ayuda”, dice López.

Leticia Bárcenas es reportera de Boyle Heights Beat

Anuncio